El viento es un niño…
Por Jesus Gastelum
Vagando por los pueblos
Busca la calma del jardín
Para deleitar a las rosas
Y entretenerse con el jazmín.
Se sube entre los árboles!
Tumbando las manzanas
Deshojándole los brazos
Y espantando los canarios.
Mientras bájase de pronto
Para treparse ahí de nuevo.
Y arriba van las nubes!
Esperándolo a que suba
Y acarrearlas por el cielo
Cual rebaño hacia sus cunas.
Mas descalzo va en las calles
perseguido en la hojarasca
saltando entre las piedras
caminando por las charcas.
Huye el viento por el campo!
Con su libertad de pájaros
Entre las yeguas y caballos
Que se echan en el pasto.
Luego llega a los trigales
Dispersando las espigas
Despertando las palomas
Que alimentan a sus crías.
Dulce revuelo de hojas!
Oh, travieso niño
Entrando por las casas
Azotándome las puertas
Y huyendo en las ventanas
Redoblando tenedores
Y doblando las cucharas
Como una banda única
De metales y campanas.
Mas no se cansa el niño viento nunca.
Y de pronto viene a mí entre la distancia
Así acarreándome de plumas blancas,
Canciones viejas y fragancias largas.
Oh! necio niño sobre mi hoja clara
Deseando ver el verso que le escribo
A mi novia amada.
17/1/11
16/1/11
Que no te maten ellos
Por Javier Padilla
Se alcanzaba a distinguir en su cara líneas verdosas en la piel quemada por el sol. Una de esas venas cruzaba el boquete de la pistola. El frio del metal en el pellejo le volvió a recobrar razón en la seriedad de su propósito. Había perdido toda su familia a causa de la lucha. Apresaron a su padre en su jacal y dos días después lo encontraron colgado de un mezquite para el escarmiento de los demás. “Si haigan sabido que yo era su hijo a mí también me matan- eso pensaba a causa de los recuerdos -pero no me encontraron nada, ni la estampa que me regalo mi madre.” Cuando lo soltaron su madre ya no estaba. Nadie le supo dar razón.
Sabía que tarde o temprano lo vendrían a buscar. No le quedaban ganas de vivir. “Se sufre más” -pensó. Entonces escuchaba a su madre. “Para alcanzar la gloria de Dios hay que hacer muchos sacrificios”. Los ladridos de los perros opacaron aquella voz pero no lograron distraerlo lo suficiente como para que bajara el codo de la altura de su hombro. La puerta se abrió al primer culatazo y vio a dos soldados en la penumbra de la entrada que no esperaban encontrar a alguien y mucho menos con pistola en mano. Se acordó de su padre ahorcado pero desperdició la oportunidad y los tres tiros en el primer soldado.
Por Jesus Gastelum
Canten pájaros, canten!
Antes que yo me muera.
Antes que yo me muera.
Canten mientras yo palpite en esta tierra.
Levántense y desplúmense en mi cabellera.
Canten porque de sus cantos resonantes
Amanecen y se elevan mis palabras delirantes.
Compartan el secreto que me oculta la magnolia.
Quiébrense de modo que despierten las estatuas
Y la tarde baje a su tumba alegremente muerta.
Extiendan por el cielo sus grandiosas redes
Para que el viento las redoble con sus manos
Cual las viejas cuerdas de un arpa encantado.
Dóblense, Oh! Fieles mis huérfanos,
Que huyen y regresan a mis ojos solitarios
Siervos que alimentan mis ansiosos huesos
Con el coro interminable de la tierra inmensa.
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