La rima de tu muerte
Rima que te rima
Esta culpa mía
De un fatal error.
Rima que te rima
La única flor
Que erguida toda sobrevivió
A una noche negra de juego
Y de horror.
Triste poesía de ritmo lento al nacer
Repiquetea fuerte en cada oro amanecer.
Esperanzada en sus versos
Anhela poesía ser,
Pero la luna rebelde señala
Que hoy tampoco puede ser.
Esta poesía no claudica y no muere,
Porque poesía quiere ser.
¿Tendrá paralelismo?
¿O tal vez repetición?
¿No alcanza su abismo?
¿O su aceleración?
¿Y yo? ¿Tendré perdón eterno por causar tu muerte, mi amor?
¿Seré realmente un asesino de tu bello esplendor?
El verso de mi poesía ni brilla ni da calor
Solamente oscurece en el frío de mi dolor.
Su onomatopeya rara y bella
Saltó y gritó
Y con exclamaciones terminó
Con una estrofa atroz.
Tú también la protegiste, la perpetuaste
En el suave y blanco aire de tu voz.
Rima que no te rima el verde
Porque el negro es mi color.
Caprichosa poesía yo sé
De tu valor
Porque un día un verde
Triste y tétrico me lo contó.
¿Y tú, mi amor? ¿Serás la víctima blanca que todo perdona por un amor?
¿Podrás vivir la oscura muerte como lo hago yo?
Esta mi poesía se agita perenne
Se ríe y alegra en su canción,
Mientras filosos recuerdos retumban e inquietan
Todo mi corazón.
¡Aprieta el gatillo! ¡Aprieta el gatillo!
Gritábamos ellos y yo.
Ese juego absurdo y estúpido apagó tu voz
Y cerró por siempre tu dulce mirada, mi amor.
¡Horror! Dios me gritó con todo furor.
Ya inmerso en desolación,
Escribí palabras melódicas
Buscando razón.
Y así esta poesía nació
Y todo lo superó,
Delicada y pretenciosa
Como lo era siempre tu dulce amor.
Un duelo profundo y gris frustración
Atormentaron todo mi mundo,
Todo mi yo.
Rima ¡oh consuelo!
Hoy te invento para ser mi salvación.
Rima que te rima
La desgracia eterna
Que sufro sin su amor.
Rima que te rima
La única flor
Que hoy poza en su tumba,
Lúgubre y precursora
De una noche de juego
Y de horror.
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