Por: Heriberto Orea
Todo empieza con tan sólo 60 micras de largo (una micra equivale a la milésima parte de un milímetro). Es invisible a nuestra vista, pero aunque sea imposible de creer, ahí esta, abriéndose camino hacia su meta final. En su viaje se encontrará con millones de obstáculos que tienen el mismo objetivo; solamente uno triunfará. Todo este suceso pareciera como si tomara lugar en el universo infinito, pero increíblemente esta restringido a unos cuantos centímetros cúbicos de espacio. Finalmente, al convertirse en el ganador entre tantos millones, comienza un nuevo mundo. En ese nuevo universo que las 60 micras de largo ayudaron a crear, se podrán encontrar perspectivas diferentes sobre el bien y el mal, un espíritu nuevo nacerá y toda una historia comenzará. Ese pequeño viaje de algunos cuantos centímetros, será el comienzo de la vida.
Se podría decir que su medida es insignificante, y que jamás se le encontraría a plena vista; es imperceptible. Tal vez muchos pondrán en tela de juicio que una célula de este tamaño tenga tanto potencial para llegar a convertirse en algo maravilloso. Es increíble que este fenómeno celular, que parece intrascendente, sólo se pueda presenciar a través de un microscopio. Presenciar tal evento con nuestros propios ojos sería como querer ver el universo en el grosor de una hoja de papel. Si todo lo mencionado ya es difícil de creer, ahora imaginemos que esta misma célula viaja por una autopista diminuta, donde la velocidad es poco más de un centímetro por hora. Esta ruta llevará al esperma a su meta final.
Aunque todo parezca fácil e insignificante, el viaje no es así para esta célula casi invisible. Millones más como él, buscan el mismo destino, ellos también viajan por esa autopista con el simple propósito de llegar a su meta. Muchos millones morirán en el camino y pasarán desapercibidos, nadie se dará cuenta de esa tragedia, el mundo seguirá girando como siempre lo hace, noche y día. Pero la batalla dentro del útero continuará, como todas las grandes batallas de la historia lo han hecho, hasta que haya un triunfador.
Todo este suceso pareciera como si tomase lugar en una gran ciudad o en un gran planeta, pero lo increíble es que no es así. Este evento increíblemente sucede en un espacio casi tan pequeño como el puño de una mano. Sin embargo, es más que suficiente para lograr una de las hazañas más extraordinarias de la humanidad. Entonces, a causa de este ejemplo, podríamos deducir que un suceso de esta magnitud, no necesita todo un espacio tan grande como el universo para crear la vida.
Después de haber vencido a millones más y haber viajado por tres días en un útero lleno de obstáculos, el pequeño espermatozoide finalmente habrá completado su misión. Lo que casi era invisible, comenzará a tornarse en algo espectacular. Perderá su forma original, pronto se comenzará a distinguir una cabeza y una espina dorsal. Jamás volverá a ser esa célula diminuta que en algún momento fue. Crecerá sin parar día a día, semana tras semana, mes a mes; para entonces, el pequeño esperma será irreconocible. Es asombroso que algo tan microscópico como el esperma llegue a crear todo un mundo nuevo dentro de un ser humano.
No sólo se habrá creado una nueva vida, sino que al mismo tiempo se estará presenciando el comienzo de un nuevo mundo, porque ¿acaso no es cada cabeza un mundo diferente? Esta nueva existencia (de acuerdo a las reglas o creencias de la sociedad) tendrá un espíritu y tratará de salvar su alma si cree en el cristianismo. O tal vez llegue a ser el defensor de la humanidad o su enemigo número uno. Desarrollará y aprenderá un lenguaje para comunicarse con otros y su cabeza la llenará con otras ideas abstractas, tales como el tiempo y el valor del dinero. Cuestionará el origen de la vida, tendrá su propio grupo de reglas éticas acerca de la sociedad, de igual manera, este pequeño esperma puede llegar a crear grandes guerras y puede terminarlas. Quizás, al final él rechazará todo, porque en su cabeza, solamente somos un pequeño espejuelo en el universo, insignificante y distante.
Es verdad que las cosas pequeñas son muy importantes en la vida. No hay un ejemplo más claro que el viaje por el útero de ese pequeño gigante: el espermatozoide. Ese viaje que comenzó en tan sólo unos cuantos centímetros cúbicos de espacio se habrá convertido en toda una gran odisea.
Todo empieza con tan sólo 60 micras de largo (una micra equivale a la milésima parte de un milímetro). Es invisible a nuestra vista, pero aunque sea imposible de creer, ahí esta, abriéndose camino hacia su meta final. En su viaje se encontrará con millones de obstáculos que tienen el mismo objetivo; solamente uno triunfará. Todo este suceso pareciera como si tomara lugar en el universo infinito, pero increíblemente esta restringido a unos cuantos centímetros cúbicos de espacio. Finalmente, al convertirse en el ganador entre tantos millones, comienza un nuevo mundo. En ese nuevo universo que las 60 micras de largo ayudaron a crear, se podrán encontrar perspectivas diferentes sobre el bien y el mal, un espíritu nuevo nacerá y toda una historia comenzará. Ese pequeño viaje de algunos cuantos centímetros, será el comienzo de la vida.
Se podría decir que su medida es insignificante, y que jamás se le encontraría a plena vista; es imperceptible. Tal vez muchos pondrán en tela de juicio que una célula de este tamaño tenga tanto potencial para llegar a convertirse en algo maravilloso. Es increíble que este fenómeno celular, que parece intrascendente, sólo se pueda presenciar a través de un microscopio. Presenciar tal evento con nuestros propios ojos sería como querer ver el universo en el grosor de una hoja de papel. Si todo lo mencionado ya es difícil de creer, ahora imaginemos que esta misma célula viaja por una autopista diminuta, donde la velocidad es poco más de un centímetro por hora. Esta ruta llevará al esperma a su meta final.
Aunque todo parezca fácil e insignificante, el viaje no es así para esta célula casi invisible. Millones más como él, buscan el mismo destino, ellos también viajan por esa autopista con el simple propósito de llegar a su meta. Muchos millones morirán en el camino y pasarán desapercibidos, nadie se dará cuenta de esa tragedia, el mundo seguirá girando como siempre lo hace, noche y día. Pero la batalla dentro del útero continuará, como todas las grandes batallas de la historia lo han hecho, hasta que haya un triunfador.
Todo este suceso pareciera como si tomase lugar en una gran ciudad o en un gran planeta, pero lo increíble es que no es así. Este evento increíblemente sucede en un espacio casi tan pequeño como el puño de una mano. Sin embargo, es más que suficiente para lograr una de las hazañas más extraordinarias de la humanidad. Entonces, a causa de este ejemplo, podríamos deducir que un suceso de esta magnitud, no necesita todo un espacio tan grande como el universo para crear la vida.
Después de haber vencido a millones más y haber viajado por tres días en un útero lleno de obstáculos, el pequeño espermatozoide finalmente habrá completado su misión. Lo que casi era invisible, comenzará a tornarse en algo espectacular. Perderá su forma original, pronto se comenzará a distinguir una cabeza y una espina dorsal. Jamás volverá a ser esa célula diminuta que en algún momento fue. Crecerá sin parar día a día, semana tras semana, mes a mes; para entonces, el pequeño esperma será irreconocible. Es asombroso que algo tan microscópico como el esperma llegue a crear todo un mundo nuevo dentro de un ser humano.
No sólo se habrá creado una nueva vida, sino que al mismo tiempo se estará presenciando el comienzo de un nuevo mundo, porque ¿acaso no es cada cabeza un mundo diferente? Esta nueva existencia (de acuerdo a las reglas o creencias de la sociedad) tendrá un espíritu y tratará de salvar su alma si cree en el cristianismo. O tal vez llegue a ser el defensor de la humanidad o su enemigo número uno. Desarrollará y aprenderá un lenguaje para comunicarse con otros y su cabeza la llenará con otras ideas abstractas, tales como el tiempo y el valor del dinero. Cuestionará el origen de la vida, tendrá su propio grupo de reglas éticas acerca de la sociedad, de igual manera, este pequeño esperma puede llegar a crear grandes guerras y puede terminarlas. Quizás, al final él rechazará todo, porque en su cabeza, solamente somos un pequeño espejuelo en el universo, insignificante y distante.
Es verdad que las cosas pequeñas son muy importantes en la vida. No hay un ejemplo más claro que el viaje por el útero de ese pequeño gigante: el espermatozoide. Ese viaje que comenzó en tan sólo unos cuantos centímetros cúbicos de espacio se habrá convertido en toda una gran odisea.
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