Por: Jesús Gastelum
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Este es un relato de una hembra que, al causar algunos hombres,fue forzada en las callejas de una ciudad.
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La misma ninfa cuéntame su grave historia al comenzarmas después los versos quiébranse del llanto en su cantar.
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Rondaba la ninfa por los campos silvestres.La luna a lo alto ardía llamando en sobresalto las más feroces bestias del bosque silencioso. El viento levantábase y cantaba de lujuria,cuando unos ojos grandes fulguraban los verdialesacechándola en las llamas del crepúsculo muriendo.Un lobo aullaba entonces en la cima de unos cerros y clamábale a la luna en soledad del cielo negro.La ninfa así espantada en su camino se perdió al tropezar una serpiente que furiosa le clamó:“las aguas y amapolas también descansan.”
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Orgullosa y ciega ella sus pasos continuabahacia un camino acorralado entre ciénagas oscuras.Y en los brazos de un arbusto despertose una lechuza bajo algunos viudos cantos despertándose otros cuervos.La ninfa estremeciose entonces bajo algunos pinosal oír estas palabras de esos pájaros sangrientos.“ no andes por los campos de las almas que reposan.”
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Y cesó el relato apenas la hembra sollozando.
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Su blanco rostro sonrojose al presenciar su desventura irremediable. A su espalda abrían su boca los pantanos tragársela queriendo, mientras se quemaba ya la luna como una cruz de luto bajo el cielo. Su mirada ella torció cuando volvíase hacia atrás descubriendo los dientes centelleantes que su carne perseguían. Surgía entre las ramas un aroma inmundo de moscas. Ella aligeró su huida entonces pero ya su cuerpo arreaba el hambre de los leones aferrados.Y allá bajo el acoso la ninfa tropezó al vacío de una charca que causole así caer en el barranco de una leona. Y rendida allí en el fondo, la ninfa levantó sus ojos, a su entorno descubriendo un pavoroso círculo de bestias rugientes.
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