1/4/08

Melina Sánchez

Nos dijo Melina que su carta era medio cursí, pero nosotros pensamos que no. Ustedes, ¿Qué opinan?
Querido aficionado:

Sí, eso eres tú para mí. Aquel chico alto, delgado, con mirada profunda y con el alma al aire. Creo que desde que te vi te sentí parte de mi vida. Sabía que estabas por ahí vagando en algún lugar, alguien lejano y desconocido. Sin embargo, estaba segura que al verte te reconocería y sabría distinguirte del resto. De tantos que un momento u otro pasaron por ese mismo lugar. Primero se me ocurrió pensar cómo pasó todo, cómo había llegado el principio del fin. Tal vez fue algo que estaba esperando, algo de mi imaginación pero al verte advertí que eras un ángel bajado del cielo, el hombre perfecto enviado exclusivamente para mí, el chico ideal, con aquella mirada tierna en esos ojos de cielo que te transportaban más allá de este mundo. Hubo momentos en los que pensé que podía seguirte hasta el fin del universo. Después medité y afirmé: ¿de qué valdría seguirte? Si tú no querías que lo hiciera. Al fin y al cabo el amor es de dos. ¿No es cierto? El tiempo pasó y tú decidiste quedarte, no sé para qué. Era inútil tratar de ocultar el nerviosismo y mis mejillas rosadas al verte venir, mi corazón a mil por hora me delataba. Preocupaba cuidar hasta el más mínimo detalle por insignificante que pareciera para que tú notaras mi presencia aunque fuese sólo un poco. En realidad el problema estaba en que nunca te diste cuenta. Tal vez lo disimulé muy bien o simplemente me ignoraste. No lo quise saber pues pensé que eso me causaría más dolor. Lo cierto era que viniste justo a tiempo, en esos momentos cuando uno necesita una ilusión, un motivo o simplemente a alguien que sea su salvavidas. ¿Sabes? Muchas veces pensé en hablarte o tal vez sonreírte, nunca lo hice, no pude. Algo dentro de mi cabeza no me lo permitió. Sin embargo, el destino traidor nos puso frente a frente y todo eso cambio en un instante. El momento en el cual tus ojos se cruzaron con los míos. Un segundo tal vez, pero el más feliz de mi vida. Mas nada es eterno y el instante pasó. Quizá fue lo mejor después de todo el amor es así viene y se va. Dirás que soy una cobarde o una loca. Tal vez tengas razón, pero una sonrisa tuya aunque no fuese para mí fue mi aliciente día tras día, noche tras noche. En esos momentos tú eras el único que me podía salvar, eras la luz que iluminaba mi vida, mi felicidad aunque fuera a medias. Muchas veces me pregunte por qué no me atreví a acercarme a ti, pero comprendí que es imposible aferrarse a algo que no existió, que no existe y que no existirá jamás.

Sin embargo, sigues aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada de cursi. Bastante sincero y honesto. Buen trabajo Melina